El puto C.D.Castellón
Eran de plástico, mis botas. No es que yo perteneciera a una familia pobre, ni que pretenda hacer enternecedora la historia. Es que, sencillamente, solían ser de plástico. Recuerdo con 7 años ver a los niños que jugaban en el C.D.Castellón como seres especiales. ¡Qué niño tan grande y bueno!. Juega en el Castellón, y lo miraba como si fuera la rehostia.
Recuerdo que llevaban el clásico equipaje albinegro, ya de esos semibrillantes que llevaban serigrafiado y no cosido el escudo y calzas de lana, sí, de lana, aunque fuera mayo o junio. Y apalizaban a sus rivales. Porque los que jugaban en el Castellón eran buenos o muy buenos, no tenían rival.
Y qué decir de los mayores, los que jugaban en Castalia. Ese Castalia en el que unos cuantos marranos sentados en el foso, escupían al linier desde el minuto 1 y le rociaban por el pescuezo el vino de sus botas. Guardo una imagen imborrable de ver acercarse a Ibeas para lanzar un córner. Llevaba una mancha de barro en la cara. Dio unos pasos hacia atrás hasta casi tocarme con su espalda y golpeó el balón de rosca y con virulencia. Qué cara de matón, qué fuerza. Joder, qué sensación, los veía como superhéroes, impactaban mi vida.
Luego, al poco tiempo, tras una etapa bonita en el Tonín, tuve la suerte de jugar en el benjamín del Castellón. Arrasábamos. Me acuerdo de tener una sensación nada humilde, de sentirme importante. Menuda tontería vista desde la distancia del recuerdo, pero señores, yo jugaba en el puto C.D.Castellón. Lo sabían todos los niños del colegio. En los partidos, a la hora del patio, solía vacilar. Supongo que me hacía pasar por un niño modesto, pero en realidad, cuando jugábamos a fútbol, sabía que era de los buenos y que algún niño, me miraba como yo miraba, tres años atrás, a los niños del Castellón.
Pasaron los tiempos, marché del club por flaco o por malo, o por las dos cosas. Era la época en que escuchaba a Chencho por la radio, me creía lo que ponían los periódicos, iba al Castalia nuevo a ver partidos de Copa entre semana con los amigos del instituto y recuerdo esas romerías por calle San Roque como si fuera ayer, para ver a mis ídolos, a mi equipo. Vivir el ascenso a primera fue brutal. Cada domingo, jugándonos la vida (en primera persona del plural a pesar de ser una puta S.A.D), ganando muchos partidos por 1-0. Recuerdo una acampada en Pascua, escuchando el Mollerusa 0 - Castellón 3 y concluir que la cosa iba en serio. Era la época en la que nos alegrábamos de que el Villarreal subiera a segunda división B y A y le dejábamos jugadores. ¿Qué cosas verdad?.
Hasta que volví al amateur. No sé si era un joven muy inmaduro o es que antes éramos así, pero seguía viendo a los jugadores del primer equipo como casi extraterrestres. Creo que volví al club por recomendación de Paco García Hernández y porque mi amigo (desde entonces) Pepe Heredia confió en mi. La verdad es que desde el primer momento no vi en ello un posibilidad de triunfo, de trampolín, sino como un premio casi final. Jamás pensé que llegaría lejos. Mi padre me decía que era pesimista. Pero no, era realista. No lo hacía mal, pero era un poco paquete. Y llegó el día. Debuté en el primer equipo. Pero no porque fuera bueno, sino porque el primer equipo jugaba en dos lugares a la vez un mismo día de pretemporada y algunos subimos para completar la convocatoria. "Cesar, mañana te vas con el primer equipo". Puntos suspensivos, ..., qué sensación, qué raro... ¿yo?.
Jugamos en Sagunto, contra el Acero, ese equipo que ahora nos parece el Bayern de Munich cuando le visitamos. Y jugué 20 minutos. Nunca olvidaré estar en el autobús, bajar, entrar al vestuario y jugar. Y menos aún calentar en la banda y que la gente me mirara como un jugador de un equipo de segunda división A, nada más y nada menos.
Y no les cuento lo que pensaban y me decían mis amigos. El camarada de travesuras y botellones se subía al autobús del Primer equipo.
Y fue pasando la temporada y subí a entrenar con el equipo alguna vez. Lo que pareció especial en un primer instante, acabó por ser una especie de tortura. Mis sospechas se confirmaron: era un paquete. En los partiditos de los jueves, Punisic y Mladenovic, siempre en contra, me reducían a la nada. No era que no quisiera, es que no podía.
Ascendimos y me echaron. Siempre he visto al club como una institución muy importante y como tal, el amateur merecía mejores jugadores que yo. Al menos, eso pienso ahora. Entonces fui un poco egoísta, quería seguir y me despidieron, eso sí, con frialdad y tarde. La verdad, el club era bastante soberbio aquella época. Supe que en una lista, Paco Causanilles me describió como "alto altísimo, malo malísimo". Como casi siempre, es una sóla opinión, pero les aseguro que Don Paco será lo que será, pero de fútbol sabe un huevo.
Y desde entonces hasta aquí, siendo ya adulto, alguna alegría y mucha impotencia. Y muchas preguntas:
¿Por qué Bonet vendió el club a Castellnou habiendo ofertas locales (al menos, eso se dice, yo no lo sé)?, ¿Por qué Castellnou devaluó su empresa haciéndola valer menos, desapareciendo y descendiendo el club?, ¿la devaluó porque alguien les pagó para ello?, ¿por qué la clase política no ha ayudado en el proceso judicial a Sentimiento Albinegro?, ¿por qué el abogado del ayuntamiento tenía órdenes del PP de no ayudar?, ¿para qué sirven la RFEF y el CSD si no ayudan a clubes con la carga simbólica de nuestro club?, ¿de quién es el club ahora, de Osuna o de Cruz?, si Cruz no ha pagado a Osuna, ¿por qué Osuna no recupera el club?, ¿por qué determinados periodistas con capacidad de influir distorsionan la realidad y no son justos ni veraces a sabiendas?
Y todo eso, ahí queda, sin respuesta. Los jugadores ya no son superhéroes, ahora son jóvenes sin más, privilegiados por vestir ese escudo, incapaces de revertir la situación. Personas con capacidad de liderazgo o pasado legítimo albinegro han desaparecido, primando el pragmatismo de la rendición sobre otros valores más idealistas. Los que siguen yendo de romería por calle San Roque, son hoy aficionados más por lealtad y rebeldía que por ilusión. Incluso lejos de ser como mínimo respetados, llegan a ser considerados como tontos, “encara vas a Castàlia, bobo?”, como si cambiar o dejar de ser de un equipo fuese como cambiar de bar por la calidad del café.
Y los políticos y beneficiados de esta tan triste como cansina historia, unos mudos y observando y los otros surfeando en la ola del fútbol moderno de los billetes.
¿Y el periodismo?, sí, ese que se enseña en las facultades y se olvida en la profesión. Pues bien, salvo honrosas excepciones, se observan pregoneros, superados por el relato, sabiendo a quién pueden pegar y a quién está prohibido, libres para contar las miserias de los pobres y atenazados en buscar la verdad. O peor aún, en ocasiones, vendiendo historias más propias de las telenovelas de sobremesa o creyéndose las verdades de cuatro “furtapatos” alérgicos al ostracismo.
Y qué decir de los veteranos, qué raro suena lo de Santander, esa asociación de exjugadores con capacidad crítica, de liderazgo y suficiente arrojo como para intentar una solución.
En este entorno tan fúnebre, a veces enfermizo concurso de “a ver quién es el más albinegro”, y descansando el alma en la irrefutable verdad de que el fútbol no es lo más importante en mi vida, de momento, prefiero quedarme con mis recuerdos del pasado, y mis amigos del presente en clave albinegra. Amigos porque, precisamente, son lo que dicen ser, ni más ni menos.
Yo jugué en el puto C.D.Castellón y ahora sigo siendo del puto C.D.Castellón. Como comprobarán, la palabra puto puede tener dos acepciones muy distintas.
C.D.Castellón, un puto milagro a rayas (Emilio Álvaro dixit).
César Ramos
Sentimiento Albinegro y aficionado de grada.
Sentimiento Albinegro reclama la ampliación de capital anunciada por el consejo de administración
Sentimiento Albinegro reclama la ampliación de capital anunciada por el consejo de administración
La recapitalización de la entidad no puede recaer únicamente sobre los socios y aficionados que han aportado 854.000 euros en las cuatro temporadas en Tercera división.
Castelló 30/07/15.- Sentimiento Albinegro, la Asociación de Pequeños Accionistas y Abonados del C.D. Castellón S.A.D. , solicita al actual consejo de administración de la entidad ‘orellut’ la convocatoria de la Junta General Extraordinaria con el fin de la puesta en marcha de la ampliación de capital, tal y como fue anunciada por el presidente D. David Cruz y el secretario D. José Cano Coloma en la Junta General Ordinaria del pasado 29 de diciembre de 2014.
La política de precios desorbitados establecida en la venta de entradas de la pasada promoción de ascenso a 2ªB y en la recientemente presentada campaña de abonados de la temporada 2015-2016, evidencian que el actual modelo de gestión pretende hacer recaer sobre los aficionados el esfuerzo económico necesario para afrontar las deudas provocadas por las acciones presuntamente delictivas de los anteriores rectores del club. Sin duda, se trata de una estrategia cortoplacista y peligrosa para la supervivencia de la institución, que lastra el crecimiento de su masa social y maltrata a los fieles socios y aficionados, quienes han aportado 854.000 euros en las cuatro campañas que acumula el C.D. Castellón en Tercera división, según datos extraídos de la información oficial facilitada por el propio club.
La salvación del C.D. Castellón pasa por la inyección del capital que generaría la ampliación anunciada en su momento pero que, incomprensiblemente, ha sido demorada hasta la fecha. Ésta repartiría esfuerzos entre consejeros y accionistas, así como abriría la posibilidad a la llegada de inversores que contribuyan al crecimiento de un club casi centenario que, año tras año, evidencia un gran potencial social que ha de tener una correspondencia deportiva y económica.
El palco de Castalia
En los últimos tiempos, cada vez que acudo a Castalia para ver jugar al CD Castellón tengo sensaciones contradictorias. Es como una liturgia personal que he practicado toda mi vida, desde que era un crío. Lo hago con alegría e ilusión, pero también con un irracional e instintivo desasosiego, por si fuera una de las últimas ocasiones que ese equipo saltara al césped con ese escudo, ese himno, esa camiseta y toda su historia detrás. El pasado jueves volví a tener la misma sensación.
Si hay una imagen que llamó poderosamente la atención en la final de la Copa Federación fue el palco de Castalia. En unos meses, David Cruz ha pasado de estar solo y escondido en el Javier Marquina a estar rodeado por la flor y nata de las autoridades tanto políticas como deportivas. El dinero de Aerocas parece haber obrado el milagro. Esos 660.000 euros que fueron un parche que dio oxígeno al club, pero que no son la solución. Y surge una pregunta inevitable ¿Dónde estaban todos ellos en el fatídico verano de 2011, cuando el club fue abandonado, ninguneado y herido de muerte?
Estuvieron presentes el presidente de la RFEF Ángel María Villar y Vicente Muñoz, presidente de la FFCV. Al menos la FFCV esperó al Castellón hasta el 18 de julio de 2011, pero ningún componente de Castellnou se dignó a atender sus llamadas. Iban sobrados por lo visto. El salvador pagaré de Ulloa ya estaba en sus bolsillos. De la AFE, mejor ni hablar. No movieron ni un dedo por nuestro club.
Unos meses después Sentimiento Albinegro presentó, en la sede de la RFEF, en Las Rozas, una denuncia contra el agente FIFA José Manuel García Osuna, pero ni Villar ni nadie se ha dignado al menos darnos una respuesta. Por suerte esa extensa documentación presentada sirvió para que un año después una juez apreciara indicios de delito y decidió que García Osuna fuera imputado por ello. Curiosa contradicción. La justicia ordinaria si lo consideró relevante, en cambio la justicia deportiva encarnada por la RFEF miró hacia otro lado. Ni saben ni contestan.
En el palco, a la derecha de Cruz, estuvieron los máximos representantes políticos de la Comunitat, Diputación y Ayuntamiento. Alberto Fabra, Javier Moliner, Alfonso Bataller, incluso Manuel Altava, exconsejero con Castellnou, por cierto. Alguno de ellos abogó por la refundación, pero ahora acuden al palco, sonríen y salen en las fotos. Cuando las cosas se complican no han sido capaces de asumir el liderazgo político para encontrar una salida real para el Castellón. Soluciones que para otros clubes de la Comunitat sí han encontrado. Es impensable que a cualquiera de esos clubes lo hubieran dejado caer a la Tercera División por 300.000 euros.
A la vuelta de la esquina se avecinan unos meses vitales para el Castellón, pues el acuerdo con Hacienda es fundamental, así como presentar un aval si se consigue el ascenso y pagar las deudas que supusieron el descenso administrativo de 2011. O sea hará falta dinero. Sin duda. Veremos entonces qué hacen esos que ahora llenan el palco.
El palco de Castalia, ese sufrido palco de Castalia, volvió a estar lleno de mandamases del PP. Gracias al Castellón se han hecho muchas fotos, fotos por doquier, eso sí. Algunos parches cara a la galería también han intentado, pero insuficientes. Pero soluciones definitivas para salvar al Castellón, más bien pocas. Mejor dicho. Ninguna.
PD: Cada aficionado vive y siente el albinegrismo de distinto modo. Ni mejor ni peor. Ni más ni menos. Cada cual a su manera. Por eso creo que nadie está legitimado para dar lecciones de albinegrismo, pero ahora bien, los hechos son los que son y por tanto irrefutables. Hechos y no palabras, es lo que necesita este club.
Conrado Marín, presidente de Sentimiento Albinegro.
Salamanca, Oviedo y Castellón
Salmo 103 de la Biblia: ‘Los días del hombre son como la hierba; como la flor del campo, así florece, pero sopla sobre ella el viento, y ya no es más; ni se reconoce siquiera su lugar’
El mes pasado murió el Alicante Club de Fútbol, noventa y siete años de historia desde que en 1918 unos aficionados decidieran dar el nombre de la ciudad a su equipo de fútbol. Recuerdo poco más que un gol de Pau Franch hace unos años allí, cuando aún creíamos que el fútbol era para siempre.
También recuerdo los partidos con el Salamanca, en aquel estadio Helmántico de porterías con barras redondeadas donde ya nadie volverá a marcar para el Castellón como hiciera Dani Pendín una noche de enero en partido aplazado por la nieve. Otros noventa años de historia que se fueron.
A los clubes que se mueren les acompañan los que han querido matar pero siguen vivos, como el Club Deportivo Logroñés que desde que en diciembre de 2008 jugara su último partido espera el descabello de la liquidación para que alguno de los nuevos clubes de la ciudad que han copiado sus colores y sus formas pueda comprar su escudo, que no su historia, su abolengo y su dignidad, o el Oviedo, quizá el ejemplo más representativo de club que han querido matar –mejorando lo presente- el Real Oviedo, al que el ayuntamiento de la ciudad, con el equipo moribundo, no solo declaraba su voluntad de empezar de cero sino que trató de aupar a otro equipo de la ciudad, el Astur, al que le cambió el nombre y los colores y le concedió el Tartiere. Ole, como si apoyar al Astur beneficiara en algo al Oviedo, como si ponerle la ropa de tu hijo enfermo a otro niño de la calle curara su enfermedad.
En Castellón no sabemos por qué decidieron abandonar a una empresa como el CD Castellón que generaba en segunda división en torno a un millón de euros de beneficios al año, no sabemos por qué los setecientos mil euros que el Ayuntamiento propició que Bankia le diera a Blasco en 2011 no se utilizaron para pagar deudas ni para evitar un descenso administrativo, no sabemos por qué el pagaré de Ulloa acabó en manos de Osuna y no del club, no sabemos por qué nadie cogía el teléfono a la Federación durante más de dos semanas para evitar ese descenso del que aún no hemos salido cuatro años después, no sabemos qué interés había en mandar el club a tercera ni qué fue de las palabras de Alberto Fabra referidas a Castellnou, aquellas de los vamos a echar a patadas.
Sí que sabemos lo que hizo la clase política en aquel verano: Tocar al Castellón con un palo para ver si seguía vivo y fotografiarse junto a los que lo lloraban, promover la creación de un engendro en la recordada noche del casino o intentar trocear la SAD para llevar a jugar al Amateur a Castalia.
Cuatro años después, con Alberto Alcalde ya Alberto President, con Javier Moliner sin pisar Castalia y con Alfonso Bataller dando lecciones a aficionados de su albinegrismo y de la siembra de césped, Castellnou sigue teniendo amarradas las acciones del Club y seguimos en tercera, como entonces, con el establishment pidiendo que se mire hacia adelante y con nadie salvo los que llevamos buscando justicia y soluciones desde entonces interesado en saber qué pasó con el dinero de los contribuyentes que se le dio al club y por qué se tomó la decisión de hundir al Castellón.
En Castellón no hace falta refundar, tenemos fútbol muy cerquita.
Enrique Galindo, vocal y abogado de Sentimiento Albinegro
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